Esta es una historia de dos cerebros.
¿Sabías que no solo tu boca y tu intestino están conectados, sino que tu cerebro también participa? Esto se conoce como el eje intestino-cerebro y tiene un impacto significativo en tu estado de ánimo y comportamiento. El eje intestino-cerebro es una superautopista de la información que envía un torrente de notificaciones del cerebro al intestino y viceversa.
El segundo cerebro: el sistema nervioso entérico.
La mayoría de nosotros experimentamos de primera mano la conexión entre el intestino y el cerebro: cuando sientes náuseas antes de una presentación, dolor de estómago durante periodos de estrés o mariposas en el estómago al enamorarte. ¿Alguna vez has seguido tu instinto porque sientes algo en tu interior que te dice qué decisión tomar? ¿O quizás has ignorado estas sensaciones y te has encontrado en una situación que preferirías evitar? No es solo tu imaginación: estás recibiendo señales de tu "segundo cerebro", que reside en las paredes de tu sistema digestivo, en tu microbioma .

El segundo cerebro se encuentra en el tracto gastrointestinal y está compuesto por dos capas, compuestas por millones de células nerviosas. Si bien el segundo cerebro no toma decisiones ejecutivas como el principal, ambos se comunican mediante impulsos eléctricos a través de una vía nerviosa. Esta vía influye en nuestro sistema endocrino (incluidas la glándula pineal, la hipófisis, el páncreas, los ovarios, los testículos, la glándula tiroides, la glándula paratiroides, el hipotálamo y las glándulas suprarrenales), el sistema inmunitario y, en este artículo, el sistema nervioso entérico, que controla las vías neuronales que influyen en la salud mental.
Salud mental y microbioma intestinal.
Los investigadores de este estudio de 2017 afirman que el segundo cerebro del microbioma tiene un efecto directo en nuestro cerebro. El microbioma libera neurotransmisores que se comunican con el cerebro y viceversa. Esto influye en nuestro estado de ánimo y contribuye a trastornos de salud mental como la ansiedad y la depresión.
Cómo influye el intestino en el estrés y la ansiedad.
El sistema nervioso entérico puede desencadenar grandes cambios emocionales, y los hallazgos del mismo estudio de 2017 muestran que los problemas intestinales pueden causar estas emociones. El estudio revela que las personas con trastornos graves como la obesidad, la anorexia, el síndrome del intestino irritable, el autismo y el trastorno de estrés postraumático (TEPT), trastornos que se dice que están influenciados por desencadenantes emocionales y factores psicológicos, comparten un síntoma fisiológico común: la hipersensibilidad a los estímulos intestinales. Cualquier desequilibrio intestinal influye en nuestro cerebro en un ciclo de retroalimentación constante, influyendo en nuestra percepción de nosotros mismos, del mundo que nos rodea y en nuestro comportamiento, según el estudio.
Cell Press, una revista mensual que publica hallazgos relacionados con los microbios, halló evidencia en este estudio de que, al tratar la inflamación y la hipersensibilidad intestinal, podemos ayudar a controlar la ansiedad y la depresión. Al tener un mayor control sobre estos sentimientos, podemos reducir la inflamación intestinal y, en consecuencia, aumentar la cantidad de bacterias beneficiosas en el intestino. Un intestino feliz = una mente feliz.
Cómo el estrés y la ansiedad influyen en el intestino.
Cuando te sientes estresado o ansioso, tu cuerpo libera péptidos (cadenas cortas de aminoácidos) conocidos como factores liberadores de corticotropina (FRC). Estos factores provocan inflamación y un aumento de la permeabilidad y sensibilidad intestinal. La exposición crónica al estrés puede provocar diversas enfermedades gastrointestinales, como el síndrome del intestino irritable (SII), la enfermedad inflamatoria intestinal (EII) e incluso alergias alimentarias, debido a que el estrés ralentiza el tránsito de los alimentos en el intestino delgado. Un estudio de 2011 realizado por The University College Cork afirma que esto fomenta el crecimiento excesivo de bacterias que comprometen la barrera intestinal. Hinchazón, diarrea, estreñimiento… todos estos son signos de una mente estresada que causa malestar intestinal.
Manteniendo su intestino y su cerebro saludables.
Así que la gran pregunta que nos hemos estado planteando es: ¿cómo podemos apoyar tanto a nuestro intestino como a nuestro cerebro? La clave está en nutrir una flora intestinal sana. Al fomentar la diversidad en el tracto gastrointestinal, podemos reducir la hipersensibilidad y normalizar nuestros niveles de hormonas del estrés. Mejorar la calidad y la salud de nuestras bacterias intestinales beneficiosas beneficia nuestra salud mental y nuestro bienestar general.
Curiosamente, alrededor del 90 % de los niveles de serotonina se almacenan en el intestino , y solo entre el 5 % y el 10 % en el cerebro. La serotonina es un neurotransmisor crucial para controlar el estado de ánimo. Un equilibrio adecuado de serotonina nos hace sentir tranquilos y positivos, pero los desequilibrios contribuyen a la depresión y también afectan el apetito, el sueño, la memoria y el comportamiento social.
Alimentos que aumentan la serotonina y ayudan a tu hormona de la felicidad.
Los investigadores creen que los alimentos fermentados son una opción dietética eficaz para quienes desean combatir la ansiedad y la depresión. Un estudio reveló que las mujeres que bebieron leche fermentada mostraron una actividad alterada en las regiones cerebrales relacionadas con el procesamiento emocional, en comparación con las que bebieron leche normal, lo que refuerza la idea de que las estrategias para modificar nuestro microbioma también pueden afectar nuestro estado mental.
Los alimentos fermentados son una rica fuente de bacterias saludables o probióticos. Si bien la mayoría de las personas asocian los probióticos con la salud digestiva, estas bacterias saludables tienen efectos de gran alcance en el organismo. Alimentos fermentados como el chucrut, el kimchi , la kombucha , los jugos de vegetales cultivados , el té Jun y el kéfir favorecen la digestión y la absorción de los nutrientes esenciales que necesitamos para la producción de serotonina.
Este estudio danés afirma que los alimentos ricos en vitamina B6, como la coliflor, los champiñones, las espinacas, el ajo, el pescado, el apio, el pollo y la carne de res, desempeñan un papel importante en la producción de serotonina. También se ha demostrado que los huevos aumentan los niveles plasmáticos de triptófano, el aminoácido del que se deriva bioquímicamente la serotonina.

Nuestra recomendación: incorpore todo lo anterior a su dieta diaria y lleve un diario de alimentos para controlar el efecto que estos alimentos tienen en su estado de ánimo. Como siempre, asegúrese de consultar con un profesional médico cualificado antes de realizar cualquier cambio en su dieta; este le ayudará a encontrar la mejor solución para sus necesidades individuales.
¡Comparte tu experiencia! Intestino sano, cerebro sano.
¿Crees que tus elecciones dietéticas afectan tu salud mental? Comparte tu opinión sobre la conexión entre la comida y el estado de ánimo en la sección de comentarios.